Programación mental. Cuerpo sano y delgado. Primera fase.
PRIMERA FASE:
- Breve ―e importante― reseña teórica.
Digo que esta reseña va a ser breve, porque no quiero aburrirte con una profusión enorme y tediosa de datos científicos. Es importante, sin embargo, porque conviene saber de dónde saca alguien la información que maneja antes de aceptarla como válida. ¿Verdad?
Muy bien, vamos allá.
Como ya es sabido nuestro cerebro no solo es un extraordinario procesador de información sino que además, es el jefe supremo de todo el funcionamiento del organismo.
La característica más importante del tirano que llevamos dentro del cráneo es que para ejercer su rol de mandamás, requiere de los datos aportados tanto por el medio circundante así como de las fantasías que creamos a diario con nuestra imaginación.
Esta información se procesa en la modalidad informática de «engramas» o asociaciones neuronales que en su mayoría se almacenan en la memoria y determinan comportamientos, ya sea conscientes o inconscientes.
¿No te recuerda esto a lo que ocurre en los ordenadores (o computadoras)?
¡Claro que sí!
Son programas mentales destinados a condicionar tus actitudes, sentimientos, emociones y cuanta conducta vayas a ejecutar durante el tiempo que pases en este planeta.
¿Qué sucede con el tema del mantenimiento de la salud y los mecanismos que te hacen adelgazar o engordar como uno de los famosos invitados del emperador romano Heliogábalo?
Pues, que la totalidad del sistema endocrino ―y en primer lugar la tiroides (glándula reguladora del metabolismo)― está bajo las órdenes del centro de control cerebral y con base en los mensajes que reciba de «más arriba», actuará para manejar el balance entre asimilación y eliminación de los nutrientes que se le ingresen.
Grosso modo (y con el perdón de los respetables especialistas médicos), este es el esquema sobre el que vamos a incidir con nuestro método de programación mental. Intentaremos que los mensajes que reciba la hipófisis sean los correctos y produzcan resultados positivos.
Te pido un poco de paciencia, porque el mejor progreso es el que avanza dando pasos de enano antes de llegar a los trancos de un gigante.
- Comenzando la «desprogramación».
Replicando la estrategia de los buenos jardineros, el paso inicial es emprender una limpieza de abrojos y malezas que ahogarían a las plantas que queremos sembrar.
Esto es, que la propuesta básica empieza por borrar ―«desprogramar»― los engramas nocivos que hayan venido contaminando tu manual de procedimientos en cuanto a nutrición y cuidado de la salud y cambiarlos por unos que ofrezcan un pronóstico apreciable de mejoría.
Veamos algunas áreas sobre las cuales es preciso influir:
- Imagen corporal. Definámosla como el dibujo ―un engrama―que tenemos impreso en la corteza cerebral y que en última instancia determina la manera como vayamos a tratar el cuerpo real.
¿Sabes con exactitud cuál es la tuya? ¿Por casualidad no tendrás alojada en tu inconsciente la figura de un(a) gordito(a) cuya obsesión es engullir cuanta golosina se sitúe al alcance de sus manos?
¿Tendrás acaso el esquema de una persona energética, llena de salud y juvenil o quizá la de un anciano lleno de achaques, echado en un sillón a la espera de la pastilla analgésica?
Te doy una pista: muchas familias acostumbran valorar la comida y/o la enfermedad como medios para obtener atención y/o afecto. Estos patrones son adquiridos por los más jóvenes, quienes los incorporan como parte de sus tácticas de resolución de conflictos.
Pregúntate: ¿Cómo fue tu crianza en este sentido? ¿Vienes de una corte de hipocondríacos rollizos, cuya satisfacción depende más del paladar que de una buena interacción personal o aprendiste que la alimentación y los dolores no son buenas vías para la tranquilidad emocional?
Por último: ¿Tienes en tu mente la imagen de una persona atlética, con el peso y medidas adecuadas a tu gusto o guardas allí un modelo complaciente para quienes te definieron a su antojo?
Bueno… considero que con esto hay suficiente material para analizar y colocar en la lista de lo que te dispones a desprogramar.
- Rebeldía pasiva: Algunos individuos que estiman como injustos los patrones normativos que se les imponen, pero que son incapaces de modificar, asumen una postura de contradicción parecida a la de los niños que son llevados de la mano por el padre o la madre y arrastran los pies remolonamente para no colaborar con aquello que les molesta.
Este tipo de actitud se aloja en la personalidad que va creciendo y se convierte en procrastinación (postergarlo todo), en una terquedad invencible o en un rechazo a cuanto consejo se le pueda dirigir, aun con las intenciones menos posesivas o tiránicas,
Ojo con ella, porque podría ser un elemento destructivo de cualquier tentativa que emprendas para salir de un estado insano a uno más equilibrado.
¡A desprogramar la rebeldía pasiva y cuanto antes! Usa tu cerebro pensante, actualiza tu emoción y sal del ccírculo vicioso: me opongo a todo-soy libre para oponerme-meo pongo a mí mismo.
Y aquí suspendemos esta primera fase del entrenamiento.
En la próxima sesión tomaremos en cuenta otros factores adicionales que influyen para que no tengas una salud perfecta ni un peso estable dentro de los parámetros normales.
Así que, ponte a trabajar con estos que te he dejado y nos vemos pronto.
¡Hasta entonces!