Cómo evitar la vejez emocional. Un decálogo práctico.
Una mujer que asistió a mi consulta por un estado depresivo que no cedía con tratamiento alguno, hablaba siempre de su marido con términos tales como: «Mi viejo», «El viejito esto… o el viejito aquello», etcétera.
Al principio lo tomaba como expresiones de cariño hacia un señor que le llevaría unos cuantos años en edad y me pareció lógico que lo definiera de aquel modo.
En la tercera sesión, cuando llegué a la conclusión de que había un tema de pareja incluido en el cuadro, opté por enviarle una invitación al marido para que asistiera a la consulta.
Mi sorpresa fue grande al ver que mi paciente venía acompañada por un hombre que no podía tener más de 40 años.
Durante la conversación que sostuvimos pude comprender el porqué de los sobrenombres que ella le aplicaba. ¡El tipo era un anciano emocional!
Sus hábitos, la forma de pensar y el estilo todo de su personalidad era el de un ser que se encuentra próximo a la senilidad. Desde luego, él era un factor importante en la situación depresiva que afectaba a su pareja.
Aquella experiencia ―que afortunadamente tuvo un feliz desenlace―, me estimuló a estudiar más de cerca el fenómeno de la vejez emocional y a elaborar un decálogo que siempre llevo en mi mente, no solo para aconsejar a mis pacientes sino para salvarme yo también de semejante trastorno.
Veámoslo a continuación:
DECÁLOGO PARA NO SER UN VIEJO EMOCIONAL
1. Revisa tus miedos y en la medida de lo posible, aprende a controlarlos.
El miedo es el elemento primordial que empuja a la gente hacia la vejez mental. Una persona acogotada por los temores corre a refugiarse en una postura envejecida, perdiendo así el deseo de aventura y cambio que caracteriza a la juventud.
2. No te apegues a la rutina.
El cerebro humano tiende a seguir rutinas rígidas porque le producen una sensación de comodidad y economía. Dejar de hacer lo mismo todos los días es un buen paso para mantener a las neuronas en actividad juvenil.
3. Búscale el lado divertido a las cosas.
Tomarte la vida demasiado en serio puede llevarte a la amargura. Aun cuando los problemas sean dignos de atención y parezcan insolubles, siempre tienen una arista que, si sabes aprovecharla, te hará sonreír y procurarte la energía que buena falta te hace.
4. Vive en el pasado.
Esto no quiere decir que vivas como los viejos fastidiosos que todo lo refieren al pasado, descalificando las bondades del presente.
La recomendación va en el sentido de que trates de mantener en la mente los sentimientos, la espontaneidad, el brillo que tenías en la niñez y la adolescencia. Evoca momentos de aquellos días que te produjeron emociones positivas y sus imágenes estimularán a los neurotransmisores vinculados a la juventud. Su efecto es sorprendente.
5. No te agobies con las enfermedades.
Los jóvenes emocionales se enferman poco y esto no es debido a que se cuiden más, sino a que sus actividades son tan atractivas que no se las pueden perder por estar en cama o adoloridos.
Fortalece tu sistema inmunitario con proyectos interesantes y no habrá enfermedad que te detenga.
6. Permítete ser un poco idiota.
Los viejos emocionales jamás se permiten tontear o actuar de una forma que no sea «adulta». ¡Al diablo con eso! Si las circunstancias no demandan una pose demasiado formal, compórtate como un niño saludable. Es decir, que juegues con lo que tengas a mano, te alejes de la situación para meterte en ciertas fantasías infantiles y aproveches el momento para relajarte como hacías en la niñez.
7. Enamórate otra vez.
Si no tienes pareja, no descartes la esperanza de encontrar una muy pronto. Si vienes un tanto golpeado(a) por experiencias amorosas que no han salido bien, no te quedes ahí lamiéndote las heridas. Aprende de lo vivido y ¡arriésgate otra vez!
Si estás en una relación sentimental que lleva ya cierto tiempo, ¡vuélvete a enamorar de ella! Retoma aquellos momentos del cortejo y anima esa pareja. Ambos serán jóvenes otra vez.
8. Desecha los planteamientos rígidos.
El pensamiento juvenil se caracteriza por su flexibilidad. Quien no está dispuesto al diálogo constructivo, a reflexionar sobre sus principios y cambiarlos si le convencen de estar equivocado, ya es un viejo emocional.
Evita la equivalencia: Terquedad = Seguridad. Loa asilos de ancianos están llenos de gente terca que de todos modos, no está muy segura de sí misma.
9. No dejes de cantar y/o bailar.
El cerebro humano trabaja con imágenes provenientes básicamente de los canales sensoriales. Si alimentas el flujo informativo con canciones que te agraden (de esas pegajosas) y de vez en cuando ―o mientras trabajas― bailas un poco, a riesgo de lucir ridículo, alejas de tu mente el rigor de la vejez y te alegras el espíritu
10. Haz algún tipo de ejercicio físico.
Sí, ya sé que no tienes tiempo de ir al gimnasio o moverte más de la cuenta (excusas de viejo); pero igual, necesitas calentar esos músculos y darles agilidad. Intenta hacer estiramientos; si vives en una planta no superior a la 5ª usa las escaleras en vez del ascensor; haz tensión dinámica antes de ducharte…cualquier cosa que te impida echarte en un sillón a mirar la televisión y pelearte con los concursantes de un programa medio absurdo.
Déjate de pilates mentales y por favor… ¡no juegues Sudoku! No te hace falta y jamás he visto a un deportista joven haciendo esas tareas de ancianato.
Disfruta tu vida a la edad que sea y aun cuando los años pasen, pesen y pisen, tu mente y tu actitud permanecerán rozagantes como en plena adolescencia.
¡Salud!
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