No sobrestimes tu capacidad de parecer inferior
A pesar de los buenos deseos que se incluyen en la afirmación de que todos los seres humanos son iguales, la misma no deja de ser de una ingenuidad casi infantil.
Si así fuera, Mozart jamás habría sido considerado un genio de la música, Einstein no sería recordado sino como un viejito bonachón con cara de loco y hasta el hijo de la panadera podría jugar al béisbol como Omar Vizquel.
La realidad es que cada cual es distinto y eso no tiene nada de malo. Imaginar un mundo en el que no haya ninguna diferencia entre la gente, es tan aterrador como pensar que solo existiera un solo color en el arcoiris o que tuviéramos una única palabra para comunicarnos.
Cuando nos comparamos con los mejores, es inevitable sentir una cierta desazón interna, la cual nos impulsa a buscar algo que exhibir en nuestra personalidad. Así podemos decir:
― Mozart será una maravilla con su música, pero yo juego perinola como un campeón.
¡Listo!, el Ego queda satisfecho y seguimos con nuestra vida.
El problema surge cuando quien ha hecho la comparación desventajosa, recurre a enfatizar su minusvalía y decide dar lástima a los demás. Situándose en el plano de los mártires o los lisiados son muchos los mediocres y los aprovechadores que se echan en su nido a esperar que una “madre abnegada” les ponga el pan en la boca. Ellos apelan a la vena compasiva de la humanidad y llenan sus bolsillos, sin apenas mover un dedo.
Claro está que con el tiempo y si la técnica se exagera demasiado o se acaban los recursos, a estos lamentables personajes se les descubre el juego y terminan apaleados o arrinconados en su miseria.
Por eso, Si estás usando en este momento el disfraz de “mendigo emocional” para beneficiarte, piénsalo y no te pases Clic para tuitear… tal vez la paciencia ajena sea tan escasa como parece ser tu dignidad.