¿Seguro que te casaste con la persona correcta?
A partir de un artículo en el cual mencionaba los engaños a que da lugar el enamoramiento y las falsas promesas que aparecen por su causa, comenzaron a llegarme sugerencias de tocar el problema de ¿con quién te casas realmente?
La idea me pareció interesante, porque es un área que se trabaja con frecuencia en consulta y que origina mucha conflictividad en la pareja.
Suelo llamar al matrimonio: «El campo de las imágenes» debido a la confusión de percepciones que en un momento dado lleva a la elaboración de actitudes o mensajes equivocados entre quienes comparten sus vidas.
La mente humana es muy compleja y funciona por asociaciones simbólicas. Así, un elemento percibido en el ambiente y en particular, si el mismo despierta una respuesta emocional determinada, se enlaza con otro que se le parezca o que produzca similar reacción y ambos pasan a ser equivalentes entre sí.
Para decirlo en términos menos enrevesados: uno actúa del mismo modo ante una persona que le recuerda a su padre o madre, a un profesor, a un amor de infancia, etcétera, a veces sin evaluar los cambios de tiempos y realidades.
He allí el motivo por el cual un marido puede resentir el mandato de la esposa a quien de pronto ha convertido en su madre regañona o ella, acosarlo por cualquier tontería en previsión de que no le salga un tarambana igual al padre que la abandonó.
Casos de este tipo abundan y su efecto es muy dañino.
¿Qué hacer para evitar líos indeseables? La respuesta es sencilla: Diferenciar.
Esforzarte por distinguir entre la persona tangible que tienes delante y la imagen que guardas en tu mente, es una vía de solución y el antídoto contra futuras peleas.
De modo que, intenta buscar lo que hay tras los disfraces que le pones a tu pareja. ¿Quién quita?… a lo mejor resulta ser el ideal que habías imaginado.